lunes, 17 de febrero de 2014

77. Historia de un cuadro modesto

Una vez en Alcalá, en Oromana pinté un cuadro en el transcurso de la celebración de su certamen de pintura al aire libre.
Era un día lluvioso y bajo una marquesina me coloqué con mi acuarelas y mis cosas en un lado del río. No me llevó mucho tiempo, el cuadro quedó con una luz muy desvaída, como el día. Y me encantan los días así.
Cuadro hecho en 2011.
Luego el cuadro fue a una exposición, el año pasado, casi obligada a ponerlo (y gracias) porque no me convencía mucho. Y pasados dos meses de la exposición alguien me llamó interesado en ese cuadro. Le habían encantado los tonos, la suavidad,...Y se lo llevó.
Unos meses más tarde la misma persona volvió a llamarme para que le pintase otro cuadro similar para regalar a alguien a quién le encantaba el suyo. Con los mismos colores y el mismo ánimo de aquel día.
Me puse a hacer bocetos y esto fue lo primero que me salió. Si, mucho azul pero un cuadro alegre, no melancólico como aquel.

Boceto en acuarela sobre papel, tamaño A4

Me dispuse a pasarlo a lienzo. Y otra vez los colores eran intensos. La base era una foto y era un día soleado.

Cuadro nº 1. Descartado.
Decidí que quizá lo mejor era irme a Oromana de nuevo como aquel día. Llueve mucho y encontrar un momento es difícil. Por fin un sábado lluvioso pude ir en un momento en que no llovía y eso fue mágico. Hice rápidamente unos bocetos y tomé unas fotos que me iban a servir de base. Pero sobre todo lo que me sirvió fue sentir lo que aquel día: el bienestar, la tranquilidad, la melancolía de un día gris.

Cuadro en tonos gris-azulados.

Cuadro definitivo fruto del trabajo in situ.